¿Buscar novio?

En los albores de los treinta, los amigos y todo el entorno social presiona con cuestiones relacionadas al estado civil y es cuando después de las preguntas de rigor, se escucha el siguiente comentario: ‘fulano busca novia’ o ‘fulanita debería buscar novio’.

Ante tiránica presión social propongo como defensa la siguiente pregunta: ¿cómo se busca novio?.

A decir verdad, no sé la respuesta, no sé cómo se busca novio y como toda respuesta me nacen más preguntas ¿se busca novio saliendo compulsivamente cada fin de semana?, ¿cambiando la forma de vestir? ¿chateando todas las madrugadas?, ¿exponiendo una forzada (cansada) sonrisa tonta a cuanto sujeto masculino se me acerque?, ¿usando lentes oscuros para mirar y tazar a cada nuevo amigo, compañero o viajero de bus que ingresa a mi campo visual?, ¿deshojando margaritas?, ¿poniendo anuncios en los diarios?.

La pregunta vuelve rotunda ¡¿Cómo se busca novio?!.

Sí, muchos dirán que sí: tienes que salir, cambiar, sonreír si antes no sonreías, estoy de acuerdo con esto pero no tanto; no sea que por buscar a alguien que me quiera deba cambiar aspectos buenos de mi forma de ser y de mi estilo de vida. A caso no se supone que el que me  ame ¿debe quererme como soy?.

Hay una marca dentro de la naturaleza humana que nos empuja inexorablemente a querer, desear, tender hacia otro y ese pequeño detalle que ya viene como un chip en nuestros genes crece en el contexto en el que nacimos, sólo algunos singulares están exentos de esto, pero el resto, el 99% tiende a otro y claro, la situación se complica si nos tocó llegar al mundo justo en una sociedad tremendamente erotizada como en la que vivimos. El asunto se torna entonces mucho más picante.

Es justo, humano, natural, sanísimo desear, querer, tender, aspirar y soñar con un novio; sin embargo, me produce urticaria el sólo hecho de pensar que debo añadir a la lista de todas las tareas que me faltan realizar en la vida, la  de buscar novio, oh, no!, me rehuso; no quiero buscar novio. Él tiene que llegar, venir, sorprenderme, tiene que agarrarme desprevenida, caerme del cielo, él tiene que aparecer donde y como se debe naturalmente.

¿Buscar novio?, eso significa ¿Qué debo planear una estrategia, pensar, estudiar, tensionarme, preocuparme como para rendir un examen?. No, me resisto. No quiero buscar novio, suficiente con buscar trabajo entre todas esas otras cosas de la vida que sí están destinadas a ser buscadas y más aún cuando existen miles de cosas a las que se puede dedicar el tiempo (mejor que ha buscar novio) como ser voluntaria, asistir a cursos de fotografía o redacción publicitaria, empezar a tomar clases de baile o ir al gym. Por supuesto que esto no significa que deba realizar actividades para llenar ese vacío, sería otro craso error.

El sentido es el de dar color a la vida con ciertas actividades que nos cultivan y que en medio de ellas, ahí, sin querer queriendo se den los tan ansiados encuentros.

Ahora bien, sin duda alguna lo que me espera ante la firme decisión de no buscar novio es la siguiente sentencia: ‘Si no buscas novio, entonces no te quejes si te quedas sola’.

Es decir, resulta ahora que el novio sólo aparece si se lo busca, cosa que no creo y como si fuera poco con tal afirmación se acusa a la soledad como un castigo cosa que tampoco tiene que ser así; ciertamente lo es si una hizo todo por aislarse de los demás, situación que no es la mía, y si aún siendo como soy, una mujer normal, medianamente amable, inteligente, medianamente linda aunque suelo decir que soy una fea que sólo a veces parece bonita; si siendo como soy me quedo sola, no tendría porqué sentirme culpable ni asumir la soledad como un castigo.

Insisto que hay cosas que no están hechas para ser buscadas, para mí ponerse a buscar novio es tan forzado como ponerse a buscar plata en las pistas y veredas de las calles; el amor es cuestión de ‘suerte’ si se quiere; si  no ¿quién me explica cómo tras pasarse cien años durmiendo la Bella Durmiente encontró novio?.

Salvo que se llame buscar novio a estar siempre ‘con las ventanas abiertas’, con el corazón limpio y ordenado para recibir al visitante y aquí viene lo interesante de la soledad como antesala para lo que se espera.

Sí, se trata de esperar pero no pasivamente, sino cultivando el amor propio, viviendo feliz el presente, siendo muy amiga y más amiga de mis amigos, arreglando mi aspecto, queriéndome, libre de orgullos, miedos y prejuicios que puedan aislarnos y dejarnos sin el príncipe.

En resumidas cuentas, siendo mejores personas, para lo que se precisa intentar canalizar todas esas ansias locas por salir a la calle a besar al primero que pasa, a favor de nosotras mismas. Cultivarse, arreglarse, quererse no sólo y exclusivamente para encontrar novio, sino para la vida misma, porque si bien el impulso del amor erótico es tan poderoso no es lo único bello ni lo más importante, la vida es bella ahora, así solas como estamos. Nadie se ha muerto por no tener sexo –que es a lo que, en el fondo, se han reducido las relaciones amorosas- o por no tener novio, pero sí  muchos mueren por no tener un pan que llevarse a la boca.

Sea como fuere, prefiero que el amor me encuentre trabajando, ayudando a la gente, entre mis amigos, prefiero que el amor me encuentre ahí donde estoy sin que haga falta que yo salga de ella o la convierta en una trampa para atrapar una víctima.

No se trata de cubrirse de tareas con tal de no buscar novio, se trata de realizar tareas porque en eso consiste el buen vivir, sin escapar ni huir de nada, sino más bien con actitud positiva acogiendo lo mejor de cada minuto.