Siento Celos

DSC_2135CBfiltQue tire la primera piedra quien dice que no es celoso y quien afirma que no le atrae el tema. Inmediatamente después de hablar del amor, las canciones hablan de los celos. Si no, recordemos a Camilo Sesto cuando dice:
‘Siento celos es seguro que son celos, el amor es más tranquilo, tan tranquilo como un beso. Siento celos que es igual a decir miedo y ¿por qué no? tal vez sin celos nuestro amor no sea completo. Celos de una sombra de tu pasado que se acuesta a tu lado entre mi amor y tu cuerpo.
Siento celos ni de macho ni cornudo simplemente de amor puro de tristeza y desconsuelo Celos de los ojos de mi amigo del saludo de un vecino y del forro de tu abrigo. Celos, ese dulce sufrimiento que te quema a fuego lento que me hace tu enemigo.’
Toda una descripción impecable de lo que son los celos y de lo que se padece. Luego, a su estilo, Daniela Romo canta: ‘Celos de tus ojos cuando miras otra chica, tengo celos, celos, celos de tus manos cuando abrazas otra chica, tengo celos, celos, cuando te encuentras con alguien, cuando caminas con alguien, cuando te siento feliz, yo tengo celo, tengo celos. Hoy quiero bailar solo contig, hoy quiero soñar que tú eres mío, hoy te daré todo mi amor en un abrazo…’
“Amor, ¿Me dejarías por un portento de mujer?… imagina que un buen día, en el trabajo, se te presenta una chica con la irresistible silueta de Jennifer López y el corazón magnánimo de la Princesa Diana o la Madre Teresa (como prefieras) y encima te dice algo que remecería los subsuelos y paredes de tus entrañas, te dice que eres el hombre más maravilloso del mundo y que la traes loca… ¿Me dejarías?…
¿Te dejaría yo si un buen día se pone delante de mí el perfecto clon de Richard Gere y más aún porque encima me dice que soy una diosa ante sus ojos?”
En resumidas cuentas ¿me dejarías por alguien ‘mejor’ que yo, que de hecho no debe ser muy difícil encontrarla aquí nomás en el llano donde nos movemos?”
He ahí la cuestión, la duda, la inseguridad, el miedo. He ahí el riesgo de amar.
El amor humano por lo imperfecto y noble al mismo tiempo, ronda los abismos de la posesión, del deseo de control y dominación y ya lo confiesa Miriam Hernández cuando canta con ternura: ‘Mío… aunque sea pretencioso yo te quiero sólo mío, mío para amar cada secreto de tu cuerpo solo mío, desde el centro de la tierra hasta el fondo de mi alma… mío en la noche más oscura y a la luz de pleno día… Mío, mío, quiero tú amor sólo mío, que nadie quiera tocarte, que nadie se atreva jamás conquistarte, mío, mío que nadie intente robarte, que nadie se atreva tan solo mirarte, mío, mío’.
Va de lo natural e inexorable hasta lo patológico y trágico.
Pienso que todos somos sanamente celosos de lo que amamos o de lo que nos interesa; es decir, todos cuidamos, resguardamos o estamos atentos a lo que nos interesa, así pasa en los diversos aspectos de la vida. Sin embargo, cuando por inclinación natural alentamos los temores y los fantasmas de la sospecha podemos derrumbar el edificio entero de un amor prometedor.
Ay, las personas somos libres y cambiantes, ¡qué situación! Pienso que dicho así, ni Dios puede intervenir, porque respeta nuestra libertad. ¿Qué hacemos, entonces?, ¿cómo aseguramos la cosa?
‘No me jures por la luna inconstante’, dijo Julieta a Romeo.
La siguiente pregunta sería ¿qué amamos cuando amamos a alguien?, ¿sus ojos, su cabello, su nombre? El Principito veía algo más en una flor que era tan igual a tantas miles de flores… ¿será eso el amor?
Yo creo que sí, es eso imperceptible que nos parte como un rayo para no volver a ser los de antes nunca más; pero, es consecuencia del amor la confianza; entonces ¿cómo se explica que al amar tanto desconfiemos tanto?
Los celos devienen por los fantasmas de las probabilidades, por los acechos de lo que pasó o de lo que puede suceder, como ocurrió con Otelo. Algunas personas naturalmente tienden a serlo más que otras. Los celosos se hacen y nacen. La salida es, en ambos casos, luchar sin descanso contra ellos. Todo depende de cuánto queramos confiar y arriesgar verdaderamente, porque amar es riesgo y la vida misma lo es.
Forjarse en el pecho un corazón limpio nos pondrá siempre a buen recaudo y considerar que durante el día todas las personas somos movidas por la fe: En el taxista que nos lleva al trabajo, cuando anotamos en la agenda que el próximo lunes tendremos tal cita, etc. Entonces ¿por qué no confiar en los que amamos si todos los días nos fiamos de desconocidos que cruzan las calles de nuestra existencia con cierto perfil de cordura?
Por otro lado está el fijarnos si acaso no se trata de amor lo que sentimos, sino de apego. Esa necesidad de querer estar encima del otro y controlarlo; y no olvidar que el desapego y el respeto a la libertad también son consecuencias del amor auténtico.
Terapia para celosos: No pensar mal. Santa Teresa de Jesús decía que la imaginación es la loca de la casa.

Acerca de Mercedes M. Sarapura S.

Nací en Tarma/Perú en 1977, soy comunicadora social con estudios de maestría en Comunicación y Cultura. Me dedico a la docencia universitaria y últimamente al periodismo radial. La Literatura es uno de los grandes amores de mi vida, he escrito alguna novela inédita, cuentos infantiles y artículos de opinión que intento canalizar en este espacio que alterna entre la ficción y la no ficción.
Esta entrada fue publicada en Amor/Relaciones y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario